NIEBLA

La calle Vacía - Solitaria, el  recorrido diario con mi perra, el acto de recorre el vacío pronunciando su nombre Niebla

 

Durante la Cuarentena la imposibilidad de salir a la calle consume mi cuerpo en el espacio domestico de mi casa, junto a la puerta de mi cuarto se deposita otro cuerpo, un cuerpo que antes lo entendía como salvaje pero domesticado,  un cuerpo contenido, que responde a las ordenes o principios racionales de habitar los espacios, impuestos por mi condición de humano. A la espera, en el silencio, aguarda este cuerpo salvaje que me voltea a mirar, me recorre y me invita a salir,  ahora es este cuerpo salvaje quien me permite tener una conexión con lo publico, ahora soy yo quien se deja domesticar por unas condiciones que responden al instinto de mi perra.

 

La calle solitaria, abandonada, vacía, sostiene aun los edificios alineados que componen la estructura que conocemos como espacio publico. Las líneas, los andenes y las señales de transito persisten en un vacío donde parecen perder su funcionalidad, en algunos casos cruza un transeúnte solitario que camina por una línea recta persistiendo aun en su posición racional dentro del anden, por el contrario Niebla me persigue por las calles intentamos cruzar estos limites, realizando recorridos que transgreden la linealidad de las aceras, rompiendo los espacios albergados entre las líneas paralelas de los inmuebles, a veces con temor me espera en el anden, acostumbrada a que la calle no es para nosotros. Finalmente nos convertimos en un organismo, un cuerpo compuesto por lo salvaje y lo racional, donde lo instintivo rompe nuestro vinculo y se entrega a los olores, el extrañamiento, los sonidos y el espacio  expandiendo mis sentidos para recorrer una cartografía que habitamos diariamente mi perra y yo en esta Pandemia.